De los más peligrosos 3

 Animales más pelirosos de las profundidades

Avispa de mar

La avispa de mar es una gran medusa y de ella salen 70 tentáculos de aproximadamente 80 cm de largo. Es translúcida y brilla en la oscuridad.

Puede llegar a alcanzar el tamaño de un balón de baloncesto, con tentáculos de hasta 3 metros de largo, cada uno con 5 mil millones de células urtican que pueden inyectar un letal veneno. Cuando los tentáculos entran en contacto con la piel es extremadamente doloroso, arde, y se sienten pequeños calambres que hacen que se pierda por completo la movilidad en la zona de contacto. Al momento del primer contacto el dolor es particularmente intenso con una duración promedio de 12 minutos, sin embargo este puede persistir hasta por 48 minutos o más.

El veneno se mete directamente al torrente sanguíneo y, dependiendo del peso de la persona y la cantidad de veneno inyectado por la avispa de mar, puede causar shock y paro cardíaco.

Contrariamente a la creencia popular acerca de su movimiento y a diferencia de las medusas comunes, que en su mayoría son ciegas, esta especie posee cuatro grupos de veinte ojos. Pero no está claro si pueden seguir objetivos con la vista ni tampoco cómo procesan las imágenes. Poseen sistema nervioso central, pero es casi innotable.



Caracol cono venenoso

Un arpón cargado de un veneno tan mortífero que paraliza instantáneamente a cualquier presa y que podría matar a un ser humano. Esta técnica de caza no la utiliza una tribu indígena del Amazonas, sino un caracol marino del tamaño de una taza. Ahora, un equipo de científicos ha descubierto que uno de los ingredientes de este cóctel mortal es una hormona tan común como la insulina.

Los caracoles conos son considerados por algunos expertos como los animales más venenosos del mundo. Inyectan en sus presas una poderosa toxina a través de una especie de arpón que pueden lanzar en cualquier dirección, tras lo cual el pez queda completamente paralizado, lo que facilita que el gasterópodo lo trague entero. 

Este veneno tan potente es una necesidad evolutiva para un animal tan lento como un caracol. Si no fuera instantáneo, la presa podría escapar y morir demasiado lejos de su cazador. Se trata de depredadores muy agresivos que cazan gusanos, moluscos e incluso peces.

Lo más tranquilizador es que, entre las 600 especies de caracoles cono conocidas, la picadura de la mayoría no es más molesta que la de una abeja. Pero algunos especímenes como Conus geographus son letales, hasta el punto de que se han registrado más de treinta muertes de seres humanos.





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